Harry Potter y el Misterio del Príncipe
Harry, Ron y Hermione tienen cada vez menos tiempo juntos, las responsabilidades se suman y los deberes no terminan.
J. K. Rowling nos guía durante casi todo el libro a través de conjeturas y especulaciones, alimentadas y descartadas constantemente. Uno empieza a cansarse de la duda y el relleno, aunque interesante y divertido, no responde las preguntas.
Ya cuando queda poco para el final y uno cree que va a terminar con una fría respuesta, pero una lluvia metafórica de meteoritos cae sin dar tiempo para respirar.
Aquellas emociones que en un inicio fueron curiosidad y diversión, se convierten en miedo, ira, frustración, determinación... Ya no es un cuento de niños, ya no se trata de trucos increíbles; ahora se trata de una misión con todo el peso de la palabra.
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